La Cultura de la Vida

Friday, November 24, 2006

RECUERDOS A MIS CINCUENTA AÑOS.

Crecí en villa dominico ,hasta los 10 años, y con mis padres recorríamos muchas veces el parque dominico, lugar donde solíamos ir a la pileta, andar en bicicleta, caminar y, muchas veces, ver espectáculos en la pista de patinaje. Jugábamos a la rayuela, las figuritas, la mancha y, cuando no nos veían, a la botellita.
Las amistades siempre las tenía en la escuela pero las que más me gustaban eran las que compartíamos con mis primas. Nos juntábamos los domingos en familia. Las vacaciones de invierno y las de verano estaban re buenas.
Muchas veces mis padres eran algo rigurosos. Yo tenía la costumbre de silbar y siempre me retaban porque siempre lo hacía a la hora de comer (y es el día de hoy que lo hago). Cuando nos reuníamos en familia, a los chicos no nos dejaban hablar porque era, según ellos, una falta de respeto. Nunca lo entendí. Otra cosa inentendible era cuando íbamos a almorzar o cenar, siempre debíamos esperar a que nos autorizaran, o que el familiar más adulto, el abuelo o la abuela, nos dijera que podíamos comenzar a comer. Nunca nos dejaban elegir la ropa. Nos teníamos que poner lo que ellos ya nos habían elegido.
Cuando terminé la escuela primaria yo quería seguir estudiando, pero una semana antes de terminar ya tuve que empezar a trabajar por la tarde y terminar la escuela a la mañana. Esa fue mi más grande desilusión porque mi madre no me consulto y yo estaba muy entusiasmada con ser una profesional. Eso no me lo permitieron.
Recuerdo que las piletas que estaban cuando yo tenía unos seis años, las taparon con tierra. Parece que estoy viendo los camiones que las estaban tapando. Yo no entendía nada porque mi padre me explico que algún día las volverían a abrir. Y tenía razón, dado que después de varios años las habilitaron nuevamente y las mejoraron. Actualmente las vemos ahí en el parque. Esas cosas se disfrutaban en Villa Domínico.
Me gustaría que la educación en la escuela sea como en mi época. Los maestros nos enseñaban muy bien, incluso aprendíamos a corregir nuestras faltas de ortografía, a leer como corresponde. Pienso esto porque hoy en día veo que los chicos tienen muchas faltas y los maestros no tienen permitido corregirlas. Según me explicaron, se les puede crear problemas psicológicos al alumno. No sé si es conveniente, pero no soy yo quien puede solucionarlo.
Espero que alguien se de cuenta y trate de mejorar este dilema educativo.

María Cristina Garbia

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